lunes, 3 de noviembre de 2014

Prólogo

Prólogo : Brisa fría.

Un hombre corría a través de un largo túnel oscuro. La única luz, provenía de la espada que llevaba a la cintura. Al poco tiempo, vislumbró una luz al final. Poco a poco fue aminorando la marcha hasta que sólo andaba. Al otro lado de la luz, se libraba una ardua batalla.

-En este mundo corrupto-dijo deteniéndose-, muchas personas deben de vivir con la cabeza agachada, con miedo a respirar por culpa de aquellas personas que poseen "poder", un poder ficticio fruto del miedo... No pienso tolerar eso nunca más, por esas personas que no tienen el poder o el valor para
luchar, lucharé.

El continente de Tottium se regía por las espadas y la magia, un mundo de caballeros, magos, espadachines y brujos. Se dividía en cuatro países diferenciados por sus condiciones climatológicas.

Al oeste se hallaba Massae, el país de las llamas, su elevadas temperaturas junto a sus variados volcanes podrían dar señales de una tierra yerma, pero sus llanuras llenas de vida, las selvas del norte y su proximidad al mar decían todo lo contrario.

Al este se encontraba Glaciem, el país del invierno eterno, cubierto por una eterna capa de hielo y nieve, bosques helados, altas montañas componían su paisaje común, a priori muerto y sin vida poseía la magia más avanzada del continente y una densa red de comercio, el sur estaba bordeado por el mar Elcrisis.

Fuera de los límites de Glaciem, algo más al este, la nieve daba paso a un enorme desierto, miles de leyendas hablaban sobre ese desierto, la más famosa de ellas hablaba de un poder misterioso, equiparable al de las diosas, se escondía en lo más profundo del desierto.

Al oeste de Massae un enorme archipiélago componía la nación más pequeña del continente: Pluvia. Abundantes lluvias golpeaban durante todo el año a un país que dependía del comercio y de sus mercenarios para subsistir. Desde hacía siglos había tenido una férrea alianza con Massae.
En el centro del continente, separando Massae y Glaciem se encontraba la nación más grande: Meutra. Al contrario que el resto, disfrutaba de unas condiciones de vida  excepcionales, sus vivas colinas, llanuras y bosques se mezclaban con enormes ciudades.

Todo el continente atesoraba un gran culto por la sacra diosa, pero los habitantes de Meutra eran diferentes, su devoción era incluso mayor, se consideraba el pueblo elegido por la diosa, esto era por dos razones, al contrario que el resto del mundo, vivían en paz sin sufrir las brutales temperaturas o fenómenos meteorológicos que azotaban al resto. Pero sin duda alguna la principal razón era la Apóstol, una mujer encargada de guiar y de dirigir al pais por medio de las palabras de la diosa.

Nuestra historia comenzó una tranquila tarde en Massae, más concrétamente en Caleinne, una de las ciudades más importantes del país situada cerca del centro, a unos kilómetros de la capital. Un joven llamado Royar recorría las calles de Caleinne como una exhalación, se dirigió hacia las afueras, hacia un pequeño templo casi derruido de piedra oscura como la noche, allí se dejó caer.

Royar era un joven de quince años alto y atlético, tenía el pelo rojo, como el fuego, algo corto, sus ojos eran de un rojo de la misma intensidad que su pelo. Su ropa consistía en una camisa blanca, unos pantalones negros acabados en unas botas y un par de guantes marrones. A la cintura llevaba una espada en una vaina marrón. Su apariencia sería normal... De no ser por las salpicaduras de sangre que cubrían su camisa y pantalones.

-Si es que no puedo controlarme cuando me dicen "eso" en ese tono-murmuró cubriéndose el rostro con las manos.

Se sentía culpable por lo que había hecho pero al mismo tiempo furioso, suspiró y se puso de pie, una voz a lo lejos lo llamaba.

-¡Royaaaar!-dijo una chica corriendo hacia el.

-¡Liliny! ¿Qué estás haciendo aquí?

Liliny era una chica de la misma edad que Royar, algo más baja que él, de complexión delgada pero fuerte, sus ojos eran de un azul marino casi negro. Su cabellera azul oscura era larga, tenía cubierto el flequillo por un extraño sombrero cuadrado de color rojo con un estampado amarillo. El resto de su ropa consistía en una túnica roja con detalles azules de mangas cortas que le llegaba hasta las rodillas, a partir de ahí llevaba un pantalón de un tono rojo similar al vino que acababan en unas botas de color marrón.

-Después de lo que ha pasado ¿Esperabas que me quedase allí?

-De hecho, me parecía que estabas tardando mucho-respondió Royar.

-A veces pienso que no tienes remedio.-Sonrió
Ambos se sentaron a la entrada del templo, durante unos instante permanecieron en silencio, el joven aún estaba alterado por lo sucedido, Liliny lo percibía, por lo cual decidió esperar unos minutos.

-Yo también aborrezco que nos llamen así, pero hoy es el último día ya no tenemos que aguantar más eso-dijo al fin.

-No ha sido para tanto, sólo ha sido Ray y ese instructor.

-Por Ray no me preocupo, ese niñato se merecía eso y mucho mas, te juro que la próxima vez que intente toquetearme lo reduzco a cenizas.

-¿En serio sigue intentándolo? Creía que le quedó claro que no cuando le rompiste la nariz de un puñetazo.

-Se encogió de hombros-Supongo que hay gente que no sabe cuando rendirse.- Suspiró -Lo que iba a decirte antes de que me cambiases de tema, tienes suerte de tener un padre como Zeiss, si no ya te hubieses metido en un buen lio.

-Lo sé, Liliny, pero es que no puedo evitar ponerme así ante esas miradas y esos tonos, estoy bastante harto, suerte que al fin hemos terminado, podíamos habernos pasado un poco. ¿Te acuerdas de aquella vieja maga que te cogió manía por que eras capaz de conjurar mucho más rápido que ella?

-No me lo recuerdes, anda vamos a ver a tu padre para pedirle disculpas por lo que HAS hecho.

Caleinne era una de la ciudades más importantes de todo el país, allí se producían la gran mayoría de armas de la nación, a donde mirases podías ver herrerías de todo tipo. No sólo era una ciudad de herreros, si no de guerreros, muchos de los mejores caballeros massaenses se formaban en las escuelas de Caleinne.

En la promoción de aquel año destacaban dos nombres, los nombres de dos chicos los cuales podían considerarse como poco prodigios, ellos eran Royar Rexceel y Liliny Selenne.

En el oeste de la ciudad, se encontraba la casa de Royar, un enorme caserón de piedra grisácea de un par de plantas. A pesar de su tamaño, no estaba vigilada ni tenía ninguna clase de sirviente, estaba completamente desierta. Ambos ascendieron hasta la primera planta y abrieron una puerta de inmaculada madera que se encontraba a la derecha nada más subir las escaleras.

Al abrir la puerta se encontraban en un despacho, un hombre estaba sentado en una mesa con los brazos cruzados, parecía estar leyendo un libro pero lo cerró al darse cuenta de la presencia de los chicos.

El despacho era espacioso, pero estaba lleno de cosas. A la izquierda había dos estanterías que llegaban hasta el techo y cubrían toda pared excepto un hueco que ocupaba una ventana. A la derecha se encontraba una armadura completa, de un tono azul marino con detalles dorados, justo a su lado, colgada a la pared había una espada algo extraña de un sólo filo, el cual tenía forma de un triangulo rectángulo de color broncíneo. Detrás de Zeiss, había un mapa de Massae y sobre él, una naginata dorada de doble filo.

-Hola papá-dijo Royar tan tranquilo.

Zeiss, el padre de Royar era un hombre de mediana edad, de unos cuarenta y siete años, su pelo y sus ojos eran del mismo rojo fuego que el de su hijo. Era alto y musculoso, aunque su mirada detonaba algo de cansancio. De ropa llevaba una camisa y un pantalón azul marino con algunos detalles dorados, sus zapatos negros completaban su indumentaria.

-Me alegro de veros, Royar, Liliny-dijo sonriendo-, y si, ya me he enterado de lo que ha pasado, mira que dejar a Rennie a solucionar ese embrollo.

-¡Rennie!-exclamó Liliny-Se me había olvidado por completo.

-A veces creo que nos olvidamos más de la cuenta de el-murmuró Royar.

-En fin, no tengo mucho que decir, a mí tampoco me caía bien ese instructor pero no era para que lo noqueases de un golpe.

-Si ni si quiera era capaz de parar un tajo de un alumno al que está provocando no creo que merezca ser llamado instructor.

-En eso estoy de acuerdo, pero eres lo suficientemente inteligente como para dejarlo en ridículo sin tener que ensuciar tu espada.

-Puede-dijo pensativo.-Padre, dejemos ese asunto de lado, siento que...

-Que Caleinne se te ha quedado pequeño ¿No? Yo también lo llevo pensando un tiempo, por eso mismo tengo una pequeña misión que quiero encargarte, nada muy complicado.

-¿Detener bandidos? ¿Encontrar a un criminal?-tocó el mango de su espada deseoso por usarla.

-¿De verdad tienes tanta fe? Vas a hacer algo mucho más simple, quiero que mañana vayas a Antanne, he dejado algo encargado en "La Gran Armería", ya debería de estar allí.

-Está bien, pero después de eso hablaremos sobre lo que haré en el futuro.

-Es Alena la que tiene la última palabra, a todo esto, se me olvidaba, Liliny, Harken me ha dicho que si quieres puedes ir con él, así podrás evitar que se meta en algún lio.

-No tengo nada mejor que hacer, así que claro, te acompaño.

-Ni que fuese tan problemático, bueno ¿Algo más, papá?

-No, nada-dijo pensativo, como si estuviese pensando en si debía de contar algo o no-. Ten cuidado y mantente alerta.

-Suenas como mamá, que a todo esto ¿Dónde está?

-Tenía que revisar algunas cosas en la catedral, volverá luego.

Tras hablar con Zeiss, salieron de la casa, el sol había caído por completo, la luz de la luna empezaba a abrazar las ardientes tierras de Massae.

-Qué raro-masculló Royar.

-¿Tu padre?

-Sí, estaba raro, como si le preocupase algo, además, el libro que estaba leyendo, no era de su despacho, es más no me suena de haberlo visto en casa antes.

-A veces pienso que tu obsesión por los detalles es enfermiza, pero si, la portada del libro no he podido entender lo que ponía, estaba escrito en escritura antigua mágica.

-¿Y me dices a mi? Anda, vamos a la Plaza de Excrum, Rennie nos estará esperando allí.

Atravesaron la ciudad a todo correr hasta llegar a una gran plaza, en el centro de la plaza reposaba una estatua de piedra negra como la noche de un majestuoso lobo aullando hacia el cielo.
Sentado frente a la estatua se encontraba un chico delgado algo pálido de quince años, tenía el pelo de un color plateado claro y los ojos de un intenso verde. El pelo le caía hasta un poco más de la nuca, dos mechones reposaban sobre sus hombros. Su ropa consistía en una fina chaqueta celeste abrochada con unos botones de madera, unos pantalones de color gris y unos zapatos blancos.
-¿Nos has esperado mucho, Rennie?

-No, acabo de llegar de pasar una estupenda tarde viendo como Ray farfullaba algo de que iba a acabar contigo por hacerle ese herida, es increíble lo asustado que estaba y la voz de pito que tenía mientras se quejaba-dijo riéndose.

-Por lo que se ve, te la has apañado bastante bien sin nosotros ¿eh?-comentó Liliny.

-Si bueno, si Gla no hubiese estado allí, no me estaría riendo tanto ahora, la verdad.

Los tres se sentaron a los pies de la estatua, Royar y Liliny le contaron a Rennie la extraña misión que les había encomendado Zeiss y de su extraño comportamiento.

-Espero que después de este recado mi madre me deje hacer lo que quiera.

-¿Tienes algo planeado?-preguntó Liliny-Ahora que lo pienso preguntarte a ti si tienes un plan es una tontería, siempre tienes un plan para todo.

-Pues no, no sé me ha ocurrido nada, tengo cierta libertad para decidir que quiero hacer pero, es como si me faltase algo.

-Pues ya somos dos-suspiró Rennie-, convertirme en un gran mago siempre ha sido mi objetivo principal, pero es un objetivo muy ambiguo, estoy seguro de que hay algo mejor para hacer.

-Yo lo tengo claro-dijo Liliny, su voz mostraba cierto enfado, como si hablar de eso le hubiese recordado algo malo-.

-Volvamos al tema principal, que nos estamos desviando ¿Que estaría leyendo mi padre? Además  ¿Cuando me ha dicho el que tenga cuidado?

-"Krysiarisis"-murmuró Liliny.

-¿Eh?-se preguntaron al unísono.

-Eso es lo que ponía en el libro que leía tu padre, no me preguntéis que significa, porque no tengo ni la menor idea.

-¿Por qué no se lo preguntas a Gla, Rennie?-preguntó Royar algo pensativo.

-No será mala idea, aunque, tu padre no es el único que esta raro, Gla también está actuando de una forma un tanto extraña.

-¿A qué te refieres?-preguntó Royar.

-El otro día me solto un discurso, del cual no pille mucho,todo hay que decirlo, y desde entonces no me ha entrenado, me dijo : "Rennie, la siguiente lección de tu entrenamiento no te la puedo enseñar yo, debes encontrarla, pero no es algo fácil de encontrar ni podrás encontrarla a la primera. Una vez que la encuentres, vuelve a venir a verme, en ese momento será cuando puedas pasar al siguiente nivel" O algo así ¿Alguna idea?

-¿Liliny?

-Significa muchas cosas, pero al mismo tiempo no significa nada.

-Eso significa que no tienes ni idea ¿No?-se giró y miró a la estatua-Eh, Excrum ¿Tu sabes a lo que se refiere?

Rennie formuló la pregunta con total seriedad. Durante unos minutos, los tres permanecieron en silencio, se miraron y estallaron en risas.

-¡Hay que ver las ideas que tienes!-exclamó Royar entre risas.

-A veces no sé si eres demasiado tonto o demasiado ingenioso-suspiró mientas se reía.

-Por muy ingenioso que sea-se levantó-, sigo sin tener ni la más remota idea de a lo que se refiere, y si no soy capaz de saberlo, no podré progresar, por eso mismo me voy ya, tengo que pensar durante un buen rato sobre lo que me ha dicho.

-Nosotros también nos deberíamos ir , mañana tenemos ese encargo tan raro y cuando terminemos pienso enterarme de lo que era esa libro.

-Al final va a ser una tontería.

-Hablando de eso, tengo una duda sobre vuestra historia...

-¿Cual?-preguntaron al unísono.

-Vosotros dos, habéis ido hasta casa de Royar ¿Y sólo habéis hablado con Zeiss? ¿No habéis hecho nada mas? ¿Eh, parejita?-preguntó con claras intenciones.
Sus miradas se cruzaron, Royar hizo un gesto con la mano derecha y de un rápido movimiento ambos lo derribaron de una rápida patada.

-Auu...-se quejó.

-Eso para que dejes el temita-comentó Liliny molesta.

-¿Nunca vas a dejar de hacer esos chistes?

-Mientras me sigan haciendo gracia, los seguiré haciendo, tengo la ligera sensación que eso no va a pasar hasta dentro de lo suyo de tiempo.

Tras eso cada uno fue por su camino, la profunda noche ya dominaba por completo Caleinne, Royar andaba tranquilo, en su cabeza sólo cabían cosas, "Krysiarisis" y "Ten cuidado y mantente alerta". Se detuvo.

-¿A que se estará refiriendo? No tiene mucho sentido ¿Por qué tengo que estar alerta? Aquí en Caleinne no hay nada peligroso...

Abrió los ojos de par en par y se giró, había notado algo, pero estaba solo, lo único que sonaba en aquella ciudad era el lejano gentío de las tabernas. En aquella solitaria calle no había nada más.
-Definitivamente hay algo raro-se volvió.

Un pequeño ruido sonó detrás de él, desenvainó la espada y se giró rápidamente, durante unos instante pudo ver una silueta, una silueta de la cual emanaba una especie de aura tan oscura como la noche que parecía absorber la luz de su alrededor.
Desapareció, tal y como había aparecido.

-¿Serán imaginaciones mías?-envainó su espada-No hay nada-suspiró-, estoy demasiado paranoico.

Durante la noche, Royar tuvo un sueño de lo más extraño, era más mayor, más confiado, más experimentado, más poderoso, a su alrededor todo era luz, sentía que había más gente a su lado, pero no era capaz de mirar a ningún otro lado que no fuese al frente, ante él se alzaba un gigantesco pilar blanco hecho de luz.
 Alzó ¿Llamas? No podía verlo con claridad, dio un paso al frente, entonces se despertó de golpe.

-Hoy no es un día normal, eso está claro.

Se levantó y salió, ni si quiera a esas horas de la noche la temperatura de Massae bajaba un poco, anduvo unos pasos fuera de su casa, las estrellas brillaban sobre él, pero su mirada se detuvo un animal, un lobo, entre la oscuridad no pudo verlo bien, pero si algo supo es que sus ojos oscuros se clavaron en el.

El lobo se limitó a aullar y desapareció entre la oscuridad de la noche.

-¿Esto será alguna clase de aviso de "no te rías de Excrum"?

El resto de la noche transcurrió con absoluta tranquilidad, tras los primeros rayos del alba Royar se preparó pero no podía quitarse la cabeza todo lo que pasó el día anterior. Tenía un leve presentimiento de que algo malo iba a suceder.

Al salir vio como su padre lo esperaba frente a la casa, estaba acariciando a un semental blanco como la nieve, parecía ser algo mayor pero también daba la impresión de estar lleno de fuerza.

 -¡Buenos días! ¿Qué tal has dormido?

-Bien, supongo.

-¿Pasa algo?

-No, no pasa nada, exactamente ¿Qué tengo que recoger?

-Es una gema que dejé encargada, no tiene perdida, es el edificio más grande del pueblo, está encargado a mi nombre.

-Oye, ¿Qué es lo que estabas leyendo ayer?

-Nada importante Royar, sólo era un libro.
Liliny tardó un poco más en llegar, atado a su cinturón llevaba una alforja de la cual sobresalía un tomo de fuego.

Los tomos mágicos eran los utensilios que los magos usaban para emplear su magia, eran libros de tapa dura y su color variaba dependiendo de la magia en cuestión.

Tras la llegada de Liliny, Zeiss les indicó el camino para llegar a su destino, al ir a caballo sólo tardarían un par de horas. La mente del joven seguía inmersa en todas las cosas que habían pasado en menos de un día. "Krysiarisis", la presencia oscura que sintió durante la noche, aquel sueño y el lobo. Había muchas cosas que no entendía.

Una vez que Zeiss se marchó, Royar le contó todo a Liliny, ella meditó todo lo que le había comentado durante unos segundos.

-Yo también he tenido un sueño extraño, estaba en una cueva o algo parecido, había una especie de monstruo enorme frente a mí, el brazo izquierdo me pesaba mucho, como si me lo hubiese roto, pero me sentía muy poderosa y además... Maya estaba a mi lado.

-¿Un monstruo y Maya estaba a tu lado? Es todo muy raro ¿Qué crees que significa?

-No lo sé, pero creo que tu padre tiene razón, debemos de estar alerta, no tengo un buen presentimiento.

-Ni yo, así que cuanto antes hagamos esto mejor.-Se dirigió al caballo-,ahora que lo pienso… Si Rennie estuviese aquí haría un chiste sobre que tu deberías de ir primero en el caballo.

-¿Eh? Los chistes de Rennie muchas veces no tienen gracia, pero es que aquí ni si quiera veo el intento de hacerla.

-Ya sabes-, señaló su pecho.

Liliny se ruborizó ligeramente, chasqueó los dedos y murmuró algo, entonces una bola de fuego se materializó en su mano, no era muy grande ya que cabía en su palma.

-¡Fuego!-exclamó lanzando la bola directamente a la cara de Royar, la cual atinó y lo tiró al suelo.

-Auu...-El fuego se esfumó de su rostro nada mas cayó al suelo.

-Como vuelvas a hacer una broma de ese estilo-lo fulminó con la mirada-, entenderás realmente lo que significa la expresión "al rojo vivo".-Suspiró y luego sonrió más tranquila-, ha sido un buen intento para calmar la situación.

-Seguro que me podría haber salido mejor-se levantó.

-Es que si no lo tienes planeado, pasa lo que pasa.

El camino hasta Antanne fue tranquilo y sin incidencias, nada más llegar fueron hasta "La Gran Armería", era un fuerte de piedra maciza, con dos torres a cada lado reconvertido en un armería. Sobre la enorme puerta de madera reposaba un letrero con el nombre del lugar.

Donde mirases había armas de toda clase, tamaño y color guardadas en barriles, aunque como era normal, sobresalían y eran perfectamente visibles. A pesar de lo amplia que era la sala principal, sólo quedaba un pasillo hasta el mostrador en el cual un hombre jugueteaba con una espada.

El hombre en cuestión era bajito y calvo, tendría más de cincuenta años, sólo podía abrir un ojo, el otro lo tenía permanentemente cerrado, llevaba una túnica blanca hasta los pies.

-El crio de Rexceel-dijo al ver a Royar-, y la cría de Selenne-miró a Liliny-, supongo que vendréis por el encargo que dejó ese...-bajó la cabeza y cogió una pequeña caja forrada de piel marrón.
-No parece muy contento de vernos-dijo Royar sacando unas monedas de oro de su alforja.

-¡Ja! Desaparece de mi vista antes de que me entren ganas de ensartarte con alguna de las lanzas que tengo por aquí.

-Eso sí tiene suerte-cogió la pequeña caja, la observo durante unos instantes y se la metió en la alforja.
Fuese cual fuese el contenido de la caja, era bastante pequeño, la caja cabía en la palma de la mano.

-No me provoques Rexceel-lo fulminó con la mirada-, no son pocos los que guardan rencor a tu padre y a los suyos, por su culpa muchos perdimos nuestros privilegios y te aseguro que matarte sería poco para hacerles pagar por el daño que causaron.

-Tú debes de ser uno de esos antiguos nobles que perdieron...

-¡Odio que me llamen así!-, gruñó-, no vas a salir de aquí con la cara entera si sigues hablando más de la cuenta-echó mano de la espada que tenía en el mostrador.

-Royar-se giró en dirección a la puerta-, algo no va bien, hace... ¿Frio?

-¡Qué cobarde! ¿Acaso tienes tanto miedo por mis amenazas que te ha entrado frio?... Ahora que lo dices sí que es verdad que hace algo de frio

-Vamos a ver qué pasa, ahora-. Su tono detonaba cierta preocupación, pero al mismo tiempo estaba tranquilo.

 Royar y Liliny corrieron hasta la puerta, tras ella se encontraba una estampa que no olvidarían fácilmente, la antes tranquila plaza a la que daba el fuerte, donde sus habitantes hacían vida normal, no era más que un lejano recuerdo.

Los edificios, de piedra grisácea ahora se encontraban recubiertos con una gruesa capa de hielo al igual que el suelo, el hielo se extendía hasta casi llegar al fuerte. Sobre el suelo helado reposaban los cuerpos de algunos habitantes del pueblo, no parecían estar vivos.

-¿Q-Qué ha pasado?-alcanzó a decir el espadachín.

-¿Cómo ha podido pasar?

Sobre el pueblo se extendía una densa niebla que no permitía ver mas de un palmo por delante, dudaban, pero avanzaron hasta la mitad de la plaza sin poder creer lo que veían. Entonces, de pronto, apareció una silueta, una persona con una túnica celeste con bordados plateados, no alcanzaron a ver su rostro, pero el si, alzó una mano y desapreció.

-¿Quien era? ¿Qué ha ocurrido?-murmuró Royar.

-No lo sé pero esto es horrible, debemos de hacer...Algo.

Alrededor de ellos, unas risas sonaron, al principio sólo eran un par de personas, luego otro par mas, así hasta ser ocho personas, estaban rodeados. Royar desenvainó su espada, Liliny sacó su tomo de fuego y lo abrió, juntaron espalda con espalda.

-Parece que han quedado algunos con vida-dijo una de las voces interrumpiendo su risa.

-No parecen mucho, serán fáciles de derrotar-dijo otro.

Al acercarse, pudieron verlos con claridad, llevaban túnicas similares a las del individuo de antes, sólo que estas no tenían bordados plateados, había tanto hombre como mujeres, cada uno llevaba un tomo mágico cuya portada era celeste, tomos de hielo.

-Cuatro para ti, cuatro para mí-apuntó a su derecha-¿Te parece bien, Liliny?
Asintió y ambos salieron corriendo hacia una dirección, los magos se sorprendieron y alzaron sus libros, unas estalagmitas de hielo surgieron del suelo, pero Royar y Liliny fueron más rápidos y las esquivaron sin apenas problemas.

Aunque la situación era horrorosa, Royar no podía evitar sonreír, había estado esperando una oportunidad como esa desde hacía mucho tiempo, rodó sobre el suelo y derribó a uno de los magos de un sólo tajo, otros dos trataron de acorralarlo, pero fue más rápido y evitó ambos ataques.

-La magia que usáis... ¿Cómo habéis hecho todo esto si es tan normal?-esquivó otro de los conjuros y cortó a otro sin problemas.

Liliny no se quedaba atrás, bloqueaba cada uno de los conjuros invocando rápidamente una bola de fuego o simplemente esquivándolos. Al contrario de lo que se podía esperar prefería el combate cercano, hacía explotar el fuego a corta distancia, e incluso podía cubrir su mano con fuego para poder golpearles rápidamente.

En pocos minutos, casi todos los magos habían caído, sólo quedaban dos, Royar y Liliny avanzaron hacia ellos, el frio ya les estaba pasando factura, se sentían cansados a pesar del estar acostumbrados a poder luchar durante mucho más tiempo. El espadachín acorraló a uno de los magos contra un muro de hielo.

-¿¡Quienes sois y como habéis hecho esto!? ¡No tenéis magias como para organizar semejante desastre!-avanzó hacia uno de los magos restantes.

-¿Quien te dice que no la tememos?-murmuró brevemente el mago, cambió la pagina del tomo y lo alzó.

Royar reaccionó algo tarde, una fina capa de hielo envolvió su brazo izquierdo con el cual sostenía su espada, la dejó caer y de un rápido movimiento, recuperó su espada con la mano derecha y lo noqueó de un simple tajo.

Por su parte Liliny acababa de derrotar al otro mago de un flamígero puñetazo. Estudió la zona a su alrededor y avanzó entre la densa niebla hasta encontrar a Royar.

-¿Ya hemos acabado con todos?-preguntó ella.

-Eso creo-se giró.

De no haber sido por sus reflejos, habría perdido la cabeza, un hacha emergió de la niebla, gracias a su ágil movimiento consiguió frenar el golpe, pero la fuerza del impacto lo derribó.

-¡Fuego!-exclamó Liliny haciendo retroceder al agresor, era un hombre corpulento cubierto con una armadura celeste de pies a cabeza, el único hueco en su defensa era una zona desprotegida bajo el cuello.

-Argh...Este será el líder-dijo levantándose.-Sólo con fuerza no va a poder derrotarnos, ¿No crees, Liliny?

-Te cubro, me da en la nariz que ya tienes algo pensado ¿No?-sonrió y apuntó al hombre.

Royar corrió y chocó su espada con el hacha de su rival, retrocedió, entonces Liliny lo golpeó con una bola de fuego que lo hizo retroceder, al estar aturdido aprovechó y su espada le atravesó el cuello.

-Odio haber tenido que hacer eso-clavó su espada en el suelo.

El hombre cayó al suelo, trataba de poder respirar, la sangre cubría todo su cuerpo poco le faltaba para morir, Royar apartó la vista al igual que Liliny.

-¿Qué ha pasado aquí?

-No lo sé Liliny, ni sé si hemos hecho bien.

Le temblaban las manos, era consciente de que había matado a una persona a sangre fría, Liliny se acercó a él cuando vio algo.

-¡Royar ten cuidado!

La punta de una enorme lanza se materializó en manos de otro guerrero de celeste armadura, Royar no tenía tiempo a reaccionar, Liliny no iba a llegar a tiempo, estaba perdido, si la lanza seguía su trayectoria, le atrevesaría el corazón sin piedad.

-¿Aquí voy a terminar?-murmuró.

Continuará...

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